terça-feira, 25 de fevereiro de 2014

Ah, César

Ah, César, mil un reyes pasaron y nunca tan pronto me cautivaron el corazón como las palabras de tu miel. ¡Dejame resbalar todas las montañas de los Andes hasta el paraíso de tu boca! ¡Dejame, como el rocío en la verde hoja, deslizar sobre tu piel hasta el cénit de tu placer!

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